Mario Vargas Llosa tuvo un papel relevante en la política y las ideas en el último medio siglo en el Perú. En la década de 1970 abandonó el izquierdismo que había profesado en su juventud, se distanció de la dictadura comunista de Cuba a la que había respaldado como muchos intelectuales y jóvenes de la época, y se convirtió en un firme e inteligente defensor de las libertades económicas y políticas, es decir, del capitalismo y la democracia.

​Para mí –que abandoné la izquierda en 1980- fue un guía decisivo. Ese año se gestó la rebelión de los obreros polacos contra el régimen comunista que, irónicamente, decía gobernar en nombre de los que oprimía.

​MVLL apoyó sin reservas al sindicato Solidaridad que encabezaba Lech Walesa y asesoraban intelectuales disidentes como Jacek Kuron y Adam Michnick. Difundió los ideales que animaban ese movimiento y en diciembre de 1980 convocó una vigilia en las inmediaciones de la embajada de Polonia en la avenida Salaverry.

​Para algunos, como yo, su prédica fue fundamental para el convencimiento de que el comunismo y el socialismo eran nefastos y que las libertades políticas y económicas eran la única alternativa viable y necesaria para salir del atraso.

​En 1987, cuando Alan García, en una huida hacia adelante, intentó estatizar la banca, se convirtió inmediatamente en el líder de un movimiento ciudadano, que desempeñó un rol importantísimo para impedir que se concretara esa medida que, sin duda, hubiera empeorado mucho la ya crítica situación del país.

​La ley de estatización, aprobada rápidamente en la Cámara de Diputados, fue prácticamente liquidada en el Senado, mostrando la ventaja de la bicameralidad.

​El movimiento se transformó en el Fredemo, alianza con la que MVLL realizó una campaña política difundiendo con claridad y firmeza las ideas liberales, que arraigaron y luego otros aplicaron,

​MVLL no era un político experimentado y los errores de su campaña electoral permitieron el holgado triunfo de Alberto Fujimori en 1990. No obstante, las ideas de MVLL fueron las que se impusieron.

​Fujimori tuvo la perspicacia de abandonar sus propuestas electorales y adoptar las de su adversario: el shock para frenar la hiperinflación, las privatizaciones, etc., salvando al país del desastre y propiciando un crecimiento sostenido durante décadas.

​En el verano del 2000 MVLL tuvo la gentileza de invitarme como uno de los comentaristas cuando presentó su libro “La fiesta del chivo” –sobre el sátrapa dominicano Rafael LeonidasTrujillo- en la Universidad de Lima. Fue una de sus varias obras en las que retrata y critica con maestría las dictaduras.

​A lo largo del siglo XXI, Mario Vargas Llosa siguió desempeñando un rol relevante en la política y las ideas del Perú, con la pasión y la entereza que siempre lo caracterizaron.

​En suma, un peruano extraordinario, que jugó un rol excepcionalmente positivo, difundiendo con brillantez y suficiencia, durante medio siglo, las ideas liberales que lo animaron.

​Descansa en paz, Mario.