La fiscalía es el problema
La absurda acusación de la fiscal de la Nación (FN) Delia Espinoza contra 11 congresistas es una muestra de la degradación de esa importante institución, convertida en instrumento político de la mafia caviar y copada por magistrados inútiles e incompetentes.
La opinión de los expertos sobre ese despropósito de Espinoza ha sido unánime. En primer lugar, los congresistas no pueden ser imputados por los votos que emiten, como dice claramente la Constitución. Este es un principio universal que existe desde que se crearon los parlamentos en el mundo, para evitar que los representantes sean amedrentados por los gobiernos o por cualquiera.
En segundo lugar, existe una sentencia del Tribunal Constitucional, previa a la ley aprobada en el Congreso, que determina que militares y policías -y otros ex servidores públicos-, no pierden su pensión cuando asumen otro trabajo en el Estado.
¿Cómo entonces la FN ha perpetrado una imputación tan absurda? Claramente por intereses políticos. Como es obvio, hay una campaña sistemática de la mafia caviar para demoler al Congreso, varios de cuyos miembros ciertamente tienen comportamientos delincuenciales.
Pero lo que le irrita a esa mafia es que este Congreso, a pesar esos problemas y de su enorme fragmentación, haya podido elegir a un Tribunal Constitucional y un Defensor del Pueblo que no son de su camarilla, haya sancionado a Zoraida Ávalos y a dos miembros de la JNJ (repuestos ilegalmente por el Poder Judicial), que haya inhabilitado a su socio, el corrupto Martín Vizcarra, haya restituido la bicameralidad y corregido la infame “reforma electoral” de la coalición vizcarrista, etc.
El asunto es que la disparatada denuncia de la FN es solo una de muchas imputaciones sin fundamento que realiza, por razones políticas, el Ministerio Público no solo contra congresistas, sino contra muchos adversarios de la mafia caviar.
Eso absorbe el trabajo de muchos fiscales, miles y miles de horas perdidas en causas ridículas, toneladas de papel que se acumulan en expedientes inservibles, que finalmente no conducen a nada. O peor, a veces llevan a la cárcel sin pruebas a muchas personas, como ha ocurrido con los procesos de los fiscales Rafael Vela, José Pérez o Marita Barreto. Eso sí, a ellos, con serias denuncias de desbalance patrimonial -como el caso de la propia FN-, no se les toca ni con el pétalo de una rosa.
Otra de las obsesiones de la fiscalía caviarizada, son los miembros de las fuerzas del orden. Las aberrantes fiscalías de “derechos humanos e interculturalidad”,siguen abriendo todos los días nuevos procesos a militares y policías por sucesos ocurridos hace 30 o 40 años. Y a los que hoy se enfrentan a los delincuentes, al tiempo que liberan cotidianamente a malhechores capturados en flagrancia culpando de su despropósito a “las leyes del Congreso”.
En síntesis, sino se hace una limpieza radical de la fiscalía capturada por la mafia caviar, no se podrá ganar la lucha contra la delincuencia.
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