¿Aviones para la FAP?
Durante el conflicto del año 1995, el presidente ecuatoriano Sixto Durán-Ballén se jactó en una manifestación en Quito que le iban ganando al Perú por 9 a 1. Se refería al número de naves aéreas -aviones y helicópteros- que cada país había derribado. Al final se dijo que el resultado fue 13 a 1, aunque probablemente sea una exageración.
Pero no hay duda que fue un desastre para la Fuerza Aérea (FAP) y la aviación del ejército.
La FAP combatió con bombarderos británicos Canberra, comprados a principios de la década de 1950 por Manuel Odría. Con Sukhoi 22 rusos adquiridos por Juan Velasco Alvarado a principios de la década de 1970 y Cessna A-37.
Los aviones más modernos, los franceses Mirage2000, comprados a mediados de la década de 1980, no participaron porque carecían de sistema de armas -que cuesta tanto o más que el avión-.
Ecuador tenía sistemas antiaéreos modernos, y aviones Kfir israelíes nuevos y Mirage F1.
En 1996-98 el Perú adquirió 18 cazabombarderos MIG 29 y 18 Sukhoi 25 (de ataque a tierra) de segunda mano a Bielorrusia. Rusia, fabricante de esos aviones, había advertido que no vendería repuestos si no le compraban aviones a ella. Así es que se adquirieron 3 MIG 29 nuevos a Rusia por US$ 120 millones.
Poco después de la compra, un MIG 29 bielorruso se estrelló cerca de Chiclayo, el 2001 cayó otro y en 2019 otro más.
Ahora, por las sanciones a Rusia por su guerra con Ucrania, es muy difícil o imposible conseguir repuestos para esos ya antiguos aviones (y para los helicópteros MI17 de las FFAA y la PNP).
Cuando el Gobierno ha anunciado que se adquirirá una flota de 24 aviones de combate por US$ 3,500 millones, muchos han objetado la compra.
Un argumento es que existen otras necesidades perentorias. El asunto es que, en un país como el Perú, siempre existirán muchas otras urgencias. Así, nunca se podría renovar el material obsoleto de las FFAA.
Otra observación es que no hay ningún conflicto en el horizonte que justifique esa compra. Eso es absurdo. Hay muchísimos ejemplos en el último tiempo de conflagraciones que aparecieron cuando nadie las esperaba.
El verdadero problema, en mi opinión, es la corrupción. No solamente hay funcionarios que se enriquecen ilícitamente, sino que realizan las compras de material de mala calidad, por razones deshonestas, perjudicando a las FFAA y PNP.
Concretamente, la adquisición de 10,000 fusiles Arad 7 para el Ejército por US$ 27 millones, al amparo de una ley infame, que permite a FAME comprar sin licitación. O la adquisición del Comando Conjunto de 500 escopetas turcas que no funcionan y 500 pistolas “Ramón” de ínfima calidad a precios exorbitantes.
En síntesis, es indispensable comprar aviones para la FAP, pero está demostrado que el Ministerio de Defensa no es garantía de honestidad para adquirir material de calidad. Sus decisiones se guían por otros motivos.
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